El alcohol es la droga más presente en las agresiones sexuales en ocio nocturno
Esta mañana se ha presentado en Madrid el resultado del Informe 204/2015 realizado por el Observatorio cualitativo sobre la relación entre el consumo de drogas y los abusos sexuales en espacios de ocio nocturno, de la Fundación Salud y Comunidad. En el informe subraya que el alcohol es la droga más presente en las agresiones sexuales producidas en contextos de ocio nocturno.
Según ha expresado Gemma Altell, subdirectora del Área de Adicciones, Género y Familia de FSC, que ha presentado el Informe de Resultados 2014-2015 del Observatorio Cualitativo sobre la relación entre el consumo de drogas y los abusos sexuales en contextos de ocio nocturno, en esta segunda fase, se ha seguido apostando por las metodologías cualitativas para facilitar la comprensión de las creencias, actitudes, motivaciones y comportamientos que se dan entre los y las jóvenes sobre el consumo de drogas, la sexualidad y las violencias sexuales, a partir de sus propios relatos y desde sus propias perspectivas.
Por otro lado, ha señalado que la gran mayoría de estudios que investigan el uso y abuso de drogas tiene un sesgo y perspectiva androcéntrica. En este sentido, el punto de vista femenino ha estado tratado en menor profundidad con relación al consumo recreativo de sustancias en entornos de ocio nocturno y al posible vínculo que puede existir con los acosos y abusos sexuales que se pueden dar en los mismos. Sin embargo, este Observatorio sitúa la perspectiva de género como eje central del análisis.
Algunas de las principales cuestiones que se destacan en este informe, y se han puesto de manifiesto durante la jornada, son:
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Las drogas despiertan el sexismo latente.
En la última década, la realidad de la violencia sexual en los espacios de ocio nocturno y el consumo de drogas han tomado una especial relevancia en el contexto europeo, tras las distintas voces de alarma emergentes en distintos países sobre el aumento de mujeres agredidas sexualmente mediante el uso de sustancias.
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Las agresiones sexuales premeditadas (el agresor de forma intencionada proporciona una sustancia) son minoritarias.
En el contexto español, la gran mayoría de casos de “sumisión química” obedece a patrones oportunistas y no premeditados (agresiones sexuales que se producen con una persona prácticamente inconsciente, debido a un consumo voluntario de sustancias). La droga que aparece en la mayoría de casos es el alcohol.
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La alarma de la “sumisión química” ha puesto de nuevo sobre la mesa la relación entre el consumo de sustancias y las conductas violentas.
En este sentido, se observa una tendencia a situar la responsabilidad de las agresiones en el consumo previo, como si el detonante de la violencia sexual fuera la sustancia, dejando completamente de lado la responsabilidad de los agresores en el ejercicio de estas conductas. La violencia sexual encuentra sus raíces en el sexismo, en la cultura sexual de hombres y mujeres.
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El consumo de sustancias no convierte a los hombres en agresores sexuales en potencia ni a las mujeres en víctimas.
Según el informe, si así fuera, no dejaría de sorprendernos que las mujeres, que también consumen, no agredan sexualmente. Pero atribuir la responsabilidad a las drogas es mucho más efectivo y contribuye a crear esa ficción de que si nadie consumiera no habría agresiones sexuales en las fiestas.
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La violencia sexual es uno de los principales riesgos que las mujeres tienen cuando salen de fiesta.
Las mujeres consumen tanto como los hombres cuando salen a divertirse. Ahora bien, a menudo se confunde esta realidad con el hecho de que estos espacios se hayan convertido de repente en igualitarios. El aumento del consumo de las mujeres no está relacionado con un cambio en las relaciones entre hombres y mujeres, sino con un modelo de éxito social al que las mujeres también quieren acceder, pero donde los riesgos son muy diferentes entre ellas y ellos.
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El peso de los discursos preventivos debe redirigirse urgentemente hacia los chicos jóvenes.
Muchas de las campañas preventivas desarrolladas hasta el momento van dirigidas a las chicas jóvenes para que se controlen y limiten sus comportamientos. Pocas experiencias van destinadas a los chicos para que incorporen a sus formas de flirteo una postura ética y no sexista.
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