La metadona y los fármacos sustitutivos
Él está siempre en la misma calle, no tiene trabajo aunque sí estudio. Pasa el día ejerciendo de aparcacoches para conseguir algo de dinero que le permita comprar tabaco y satisfacer su mono. Los conductores aparcan en otras calles, si pueden, para evitar tropezarse con él. Desgarbado y en pésimas condiciones higiénicas viste con una camisa blanca llena de manchas y un pantalón vaquero desgarrado. Sus venas están cansadas de recibir un pinchazo tras otro. Su estado físico se lo hace saber, pero hace tanto que consume heroína, que no reconoce ni las señales que su propio cuerpo le manda para que sepa que ese no es el buen camino. El relato aún no ha acabado, pero puede tener dos finales, y sólo él decidirá cuál.
Esta es una historia ficticia, pero podría ser real.
Inmersos ya en el siglo XXI ha descendido mucho el consumo de este opiáceo entre la población. El boom pasó en aquellos años 70 cuando uno de los mayores problemas sociales era la drogadicción y un alto número de casos de VIH o hepatitis C. Los profesionales se volcaron en cómo tratar a los pacientes afectados por una enfermedad que poco se conocía. Y así surgieron los primeros tratamientos, principalmente programas sustitutivos con agonistas opiáceos.
Él está siempre en la misma calle, no tiene trabajo aunque sí estudio. Pasa el día ejerciendo de aparcacoches para conseguir algo de dinero que le permita comprar tabaco y satisfacer su mono. Los conductores aparcan en otras calles, si pueden, para evitar tropezarse con él. Desgarbado y en pésimas condiciones higiénicas viste con una camisa blanca llena de manchas y un pantalón vaquero desgarrado. Sus venas están cansadas de recibir un pinchazo tras otro. Su estado físico se lo hace saber, pero hace tanto que consume heroína, que no reconoce ni las señales que su propio cuerpo le manda para que sepa que ese no es el buen camino. El relato aún no ha acabado, pero puede tener dos finales, y sólo él decidirá cuál.
Esta es una historia ficticia, pero podría ser real.
Inmersos ya en el siglo XXI ha descendido mucho el consumo de este opiáceo entre la población. El boom pasó en aquellos años 70 cuando uno de los mayores problemas sociales era la drogadicción y un alto número de casos de VIH o hepatitis C. Los profesionales se volcaron en cómo tratar a los pacientes afectados por una enfermedad que poco se conocía. Y así surgieron los primeros tratamientos, principalmente programas sustitutivos con agonistas opiáceos. Los objetivos que se perseguían era la reducción de daños en el caso de los enfermos de sida, al tiempo que se fomentaba la recuperación psicosocial, que estos enfermos pierden por el consumo. Lo importante era concienciar a la sociedad de los peligros de la adicción e informar a los ya enfermos de sida del alto riesgo de contagio si se mantenían relaciones sexuales sin protección o por el intercambio de material inyectable contaminado. La prevención giró entorno a campañas de concienciación y promoción del uso de preservativos, controles en donantes de sangre y uso de materiales inyectables estériles.
La prevención giró entorno a promoción del uso de preservativos, controles en donantes de sangre y uso de materiales inyectables
La prevención giró entorno a promoción del uso de preservativos, controles en donantes de sangre y uso de materiales inyectables
La metadona pasó entonces a perder la carga de conflictividad y se ha contemplado desde entonces como un
instrumento terapéutico más. Hoy en día las Unidades de Conductas Adictivas
(UCA) se encargan del tratamiento de adicciones ilegales como la heroína. Elvira Bruin Roig es enfermera de la Unidad de Conductas Adictivas de Alcoy y explica que la metadona se receta “para quitar el síndrome de abstinencia a la heroína y en algunos casos para que puedan llegar a dejar de tomarla”. Pero como comenta Javier Rodríguez Muñoz, responsable del centro de dispensación de metadona en Alicante – el único de la provincia- “No todos van a dejar de consumir, algunos se van a mantener con la metadona para siempre, pero es mejor tomar una medicación aunque sea de forma crónica porque mejora su calidad de vida. De no poder hacer casi cosas, al tomarse la metadona pueden recuperar una vida casi normal. También hay otros que la van a necesitar para siempre, pero con ella conseguiremos controlar el tema de las infecciones.”
J. Rodríguez: «Al tomarse la metadona pueden recuperar una vida casi normal»
J. Rodríguez: «Al tomarse la metadona pueden recuperar una vida casi normal»
El centro, perteneciente a la Cruz Roja de Alicante, se encarga de distribuir por toda la provincia las dosis de metadona que necesitan las distintas UCAs. Los farmacéuticos elaboran una solución que se consumirá por vía oral, lo que reduce los peligros de la infección parenteral, según J. Rodríguez.
Pero pese a que la metadona es una de las soluciones más utilizadas y más conocidas, no es la única y empiezan a surgir nuevos métodos y sustancias que pretenden paliar algunos de los efectos que produce la administración de un agonista. Algunos de estos efectos son la sedación, euforia, analgesia, náuseas, vómitos, miosis, supresión de la tos, estreñimiento, enrojecimiento facial, entre otros. Y es así como surgen nuevos fármacos como el subuxone o el subutex. Sin embargo, aunque a priori pudiera parecer que son sustitutos de la metadona, Francisco Pascual Pastor, médico de la UCA de Alcoy argumenta que pese a ser excelentes medicamentos “porque mejoran la calidad de vida del paciente, tienen menos efectos secundarios y menos interacciones, el suboxone (buprenorfina + naloxona), por ejemplo, es una buena combinación que ofrece buenas expectativas terapéuticas pero no puede sustituir totalmente a la metadona, especialmente en aquellas persona que precisan dosis elevadas”.
Antonio Teran, del Centro Asistencial ‘San Juan de Dios’ en la provincia de Palencia, así lo cree también: “No es una alternativa, es un complemento. La lástima y la pena es que no tengamos otro opioide para poder utilizarlo también en sustitución. La metadona tiene un perfil de pacientes y lo que se trata es de encajar en cada paciente cuál va a ser el sustitutivo opioide que va a recuperar la estabilidad de este paciente”. La ventaja, es que ahora con los nuevos fármacos, los pacientes tienen la posibilidad de utilizar buprenorfina, subuxone, subutex, y algunos menos conocidos, que permiten ser un complemento al tratamiento con metadona, cuando antes esa posibilidad no existía: “Era metadona o metadona, ahora no. Ahora podemos cambiar el opioide si no nos viene bien”, comenta A. Teran. Y esto supone una mejora sustancial en el tratamiento por los beneficios que puede reportar al paciente porque el objetivo final es mejorar su día a día.
A. Teran: «(El subuxone) no es una alternativa es un complemento
A. Teran: «(El subuxone) no es una alternativa es un complemento
Él sigue pidiendo el euro cada vez que un coche aparca en la calle en la que él es patriarca. Pero ya no va despeinado, la ropa la lleva limpia, los pantalones de vaquero son nuevos y su camisa blanca ha dejado de estar manchada. Se le entiende cuando habla. Ha preferido seguir viviendo en la calle pero su consumo está controlado, cada día se acerca a su UCA para que le den su dosis de metadona y la enfermera, psicóloga y médico se encargan de hacer un seguimiento de su evolución. Puede que nunca deje de depender de la metadona pero con ella ha sido capaz de recuperar su higiene personal e incluso el contacto con su madre. Los vecinos del barrio ya no huyen de la calle, algunos incluso han pasado a desearle los ‘buenos días’.
Esta es una historia ficticia, pero podría ser real.
Despiece 1: Entrevista a Carmen Gimeno
Despiece 2: La patología dual en el heroinómano


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