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La memoria: Se me olvidó que lo inventé

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Como Alicia, el Sombrerero y la Liebre en el País de las Maravillas del homónimo libro, me gustaría celebrar el no-cumpleaños en este no-aniversario del fallecimiento de un gran neurólogo y escritor: Oliver Sacks (1933-2015).

Recientemente citado en el periódico El País (13 Enero 2019), Oliver posee un artículo póstumo del que me gustaría subrayar una serie de ideas que espero que nos hagan caer en la cuenta de lo inevitablemente importante de la educación y el refuerzo de dicha educación en la prevención del consumo, esta vez centrándonos en el apartado de la memoria.

“No existe mecanismo en la mente ni en el cerebro que asegure la verdad o, al menos, el carácter verídico de los recuerdos”. Tengamos esta frase lapidaria de Oliver en la mente, dejemos que repose y eche raíces, porque es la base fundamental sobre la que nos hemos de articular.

De igual modo que Winston en el libro 1984  acaba cediendo y traicionando a Julia, a sus ideales y a sí mismo y acaba adorando al Gran Hermano, todos somos susceptibles de la modificación de los recuerdos que llevemos con nosotros ¿entra ya el miedo? ¿No? Bien, ahora pensemos en un joven en el que nos hayamos volcado, al que hayamos formado como al que más, ha superado pruebas, ha memorizado, sabe al dedillo los efectos, taras y riesgos que conlleva cada tipo de consumo y adicción. Pero un día cambia sin que se de cuenta.

Un día está con sus amigos y uno de ellos celebra que ha ganado una apuesta de un partido (pero no comenta los que pierde, curiosamente), luego e cruza con alguien influyente del pueblo que comenta cómo ayer el alcohol le hizo pasar la mejor noche de su vida. A continuación una mujer en un banco comenta lo bien que le sienta el pitillo tras acabar la jornada laboral y lo mucho que le gusta ese momento.

Los cimientos de la memoria de nuestro joven se tambalean, horas y horas dedicadas al estudio y la comprensión de información chocan de frente con la realidad de que su cerebro está creando información (veraz, recuerdos que vive) que sustituye a la que ya poseía. De repente las apuestas online son divertidas y no plantean riesgo, el alcohol ayuda en la vida social y el tabaco ayuda a liberar estrés. Y así, día a día, nuestros menores se exponen al “buenismo” con el que se enfoca a muchas de estas sustancias de consumo y los conocimientos con los que les hemos dotado se ven minados.

Si, estoy siendo alarmante y catastrofista incluso, se lo compro a todos ustedes. Pero si ya tenemos casos de falsos testimonios, modificación de recuerdos en función del ánimo y que las áreas del cerebro encargadas de la memoria se iluminan por igual frente a una invención y un recuerdo veraz, en estos casos, déjenme clamar al cielo solo un poco.

Finalizando con este homenaje, recordemos: la memoria se modifica y las vivencias pueden afectar y trastocarla, las experiencias de nuestros jóvenes en el día a día y los estímulos a los que están sometidos minan en muchos casos las herramientas que les damos para protegerse contra las adicciones. Así que, si les exponen a tantos estímulos, ¿por qué nosotros no vamos a reafirmarles y afianzar sus herramientas?

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Miguel Martinez Notivol

Licenciado en Magisterio de Educación Primaria por la Universidad de Zaragoza y Graduado en Psicología por el itinerario de Psicología Educativa

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