Expertos

La (des)drogadicción en las aulas

Continuación de los artículos:

Previamente, en los tres artículos citados sobre estas líneas hemos ido esbozando unas ideas que, brevemente, rescatamos a continuación:

Las escuelas tienen autoridad, potestad y capacidad para mejorar los conocimientos y aptitudes de los estudiantes para formentar el desarrollo de valores significativos, defendibles y en pro de la salud psicológica, social y educativa. Prevención en adicciones, la (des)información en el aula.

Hemos de aportar a los alumnos de herramientas para construir un filtro o barrera que les proteja de la entrada en sus vidas de las drogas. Éstas activan un mecanismo biológico de forma desmedida que propicia su elección frente a otras formas de recompensa, ya sean de ámbito social, emocional o psicológico, la droga toma el control. La (des)igualdad frente a la lucha contra las drogas.

Las aulas han de llenarse de experiencias, vivencias, hechos emocionales significativos para los alumnos que ayuden a la lucha contra las drogas. Dejando atrás la desidia en las aulas.

aula_desdrogadiccion

Y a modo de colofón, ¿Qué hacemos en las aulas?. Como viene siendo frecuente, es más fácil destruir que crear, es más fácil ver un problema que arreglarlo… es infinitamente más sencillo señalar con el dedo algo que no funciona como debiera, que ponerse manos a la obra para solucionarlo. Por eso nosotros trataremos de darle unas pinceladas que desarrollaremos en posteriores publicaciones.

La educación emocional juega un papel primordial en estas edades.  Los alumnos han de aprender a identificar en sí mismos, trabajar, proyectar y reconocer en otros un amplísimo repertorio de emociones que, bien puestos en práctica, actuarán como defensores ante agentes nocivos externos tales como la violencia, la autodestrucción o, en nuestro caso, la drogadicción.  Un alumno bien entrenado puede discernir si desea un consumo por iniciativa propia o si está siendo llevado a ello por la presión de grupo, puede distinguir una emoción provocada por un consumo en otros y comprender que dicha emoción no es sino el fruto de un consumo y, por lo tanto, es artificial, pasajera y engañosa. Permite ver y experimentar en sus propias carnes el fruto del consumo, llevarlo a su terreno y proyectar dicha emoción (y consumo) en su vida, entendiendo cómo podría llegar a destruirla.

Una buena estrcturación de la personalidad, tal y como se da en las emociones, permite una amplia resistencia a “recompensas y salidas inmediatas” tales como las que ofrecen las drogas.  Es de común sabido que, por ejemplo, el consumo de canábicos lleva al consumidor a una sensación de alegría, pero a un coste elevado.  Una buena personalidad discernirá entre una recompensa breve, dañina, pasajera y con consecuencias psicológicas y una menos apetecible pero con una recompensa a largo plazo mayor, tal y como es el no consumo frente al consumo. Por no sobrecargar estas líneas, dejo aquí un programa desarrollado que cubre estos ámbitos, haciendo hincapíe en cómo dotan a los participantes de herramientas para el autoconocimiento, autocontrol y autogobierno.

Todas estas herramientas han de acompañarse de toma de contacto con historias, gente, situaciones y experiencias que pongan en práctica los conocimientos que se vayan adquiriendo.  De ninguna forma ha de ponerse a los alumnos en la tesitura del consumo, pero hay un buen número de personas que, en su momento no pudieron repudiar el consumo de las que nuestros alumnos podrían aprender. ¿No intenta un padre transmitir a su hija vivencias para que no las repita en su vida y no cometa sus errores?, ¿No intenta una madre narrar a su hijo sus logros para que aprenda de su perseveración, trabajo y dedicación?. Dejemos que aquellos que quieren ayudar entren en nuestras aulas y proporcionen contexto a todas nuestras enseñanzas.

Pero, siendo realistas, no se puede prescindir de la información, adecuada y veraz, que ya se presenta en las aulas. Es común tener ciertos conocimientos sobre algunas sustancias y sus efectos, pero jamás hemos de olvidar la piedra angular que supone el conocimiento. Los alumnos han de saber que ninguna droga es inocua, ninguna droga es recreativa y el consumo de todas ellas supone una serie de riesgos que han de saber.  En definitiva, han de tener los conocimientos, aptitudes y capacidades suficientes como para poder salir al mundo real, sí, al mundo que les rodeará tentándoles al consumo con atractivas palabras y ellos han de tener las armas suficientes para poder salir indemnes del conflicto con el que se encontrarán.

El principal objetivo de toda técnica psicológica y, por extensión, toda enseñanza, es la generalización.  Nuestro principal objetivo ha de ser que, enfrentados al mundo, los veamos vencer.  Traigamos trocitos del mundo a las aulas para que luego, con todo el mundo por delante, salgan victoriosos.

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Miguel Martinez Notivol

Licenciado en Magisterio de Educación Primaria por la Universidad de Zaragoza y Graduado en Psicología por el itinerario de Psicología Educativa

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