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Identidad y violación infantil, un estigma social

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En un entorno social donde se establece un alto grado de discriminación hacía una identidad infantil y su evasión por la inclusión de la misma, es necesario analizar cuál ha sido la causa real de esta problemática y crear una reflexión con respecto a la violación de derechos infantiles, ya que no se determina la importancia del papel que juegan estos agentes en medio de esta sociedad banal. Este flagelo acecha cada día a la población de menores, la voz de un niño se vuelve silenciosa ante la humanidad y el miedo sólo se apodera de ellos. Abusar y matar se ha vuelto la noticia diaria y aún más cruel una costumbre tanto para el que lo ve, como para aquel que lo vive y lo siente. Lo esencial, el respeto por el cuerpo y la dignidad se han vuelto invisible a los ojos de nuestra sociedad desde hace mucho tiempo. Para algunos “ desequilibrados” el cuerpo de un niño es el nivel más alto de su excitación, los demás se preguntan qué fogosidad puede encontrar el abusador en un cuerpo tan diminuto e indefenso, el cual sólo en ese momento debe enfrentarse al temor, el dolor y el trastorno que deberá llevar por el resto de sus días.

A veces me pregunto cuánto más debemos esperar para realizar un cambio verdadero, un cambio distinto, donde prime la seguridad y los derechos de los menores, no sin decir que los derechos de los adultos sean menos importantes, es simplemente que nos hemos olvidado de que el futuro real está basado en los niños. No es algo que se esté fingiendo, es algo que está sucediendo, las cifras hablan por sí solas, según el ICBF en este periodo de tiempo de lo corrido del año, se han atendido 5.870 menores de edad, víctimas de maltrato verbal, psicológico, abuso sexual, explotación sexual y en muchas ocasiones trata de personas, es decir que en promedio 66 casos diarios son reportados, al menos cada dos minutos y medio está ocurriendo un caso de violación a un menor. Esto no sólo sucede en Colombia o en países de Latinoamérica, es un hecho desastroso que se ha extendido por el mundo por un largo periodo de tiempo y al cual a pesar de las marchas y protestas no ha tenido solución alguna, esto sin mencionar los casos en los cuales las víctimas guardan silencio o en otros casos, el  mundo se entera a través de los medios, cuando ya no hay remedio alguno.

Por otra parte, se debe analizar factores como el control, la manipulación y el atropello por parte del abusador, estas son fichas claves a la hora de lograr su cometido, ya que amenazan la integridad del menor generando miedo y obligándolo a callar o a enfrentar consecuencias desastrosas. En la mayoría de los casos los afectados prefieren guardar silencio y el abusador es el más cercano a la familia.

Pero este hecho se ha convertido en una burbuja de hierro donde muchos la conocen, han oído de ella, unos están dentro y otros afuera, pero simplemente no se rompe. Y es que el estar dentro de una “burbuja” social  donde a su vez el estigmatizar, juzgar y crear percepciones hacia los otros,  se ha vuelto cotidiano, pues no se dimensionan las secuelas que están dejando estas acciones tanto en las víctimas como  en el entorno en general.

Es imprescindible crear una conciencia colectiva acerca de la discriminación, la identidad y el respeto de derechos infantiles, para así romper paradigmas de estigmatización que ha formado la misma sociedad a través de estereotipos colectivos “falsos” y así influir de forma positiva en su pensamiento e incluirlos en un entorno social, donde sean priorizados y tengan una identidad propia basada en valores y confianza en sí mismos.

Finalmente, el objetivo no sólo es crear una conciencia colectiva, se debe aplicar y reflexionar acerca de lo que sucede en casa. El comportamiento de un niño determina muchos factores, que en diversas ocasiones son ignorados, debido a familias disfuncionales, factores económicos y un grado de educación limitado.  Es por esto que “todo viene desde casa” y si a estos individuos se les brindará mayor atención en cuanto a la formación de su identidad, el respeto por el cuerpo, el empoderamiento y la confianza en sí mismos, se evitaría o disminuiría en un alto porcentaje la tasa de suicidios, masacres y abusos sexuales infantiles, ya que cuando un agente social infantil crece con valores de respeto por el otro y seguridad en sí mismo, se regulan las diferencias culturales.

Los menores son el futuro de una sociedad y al final de la historia son los más afectados e ignorados. Es hora de analizar acerca de qué se está formando en cada hogar, qué medidas se deben tomar y si realmente se está haciendo una inversión, no sólo monetaria, una inversión social y humanitaria que esté en la capacidad de enriquecer los valores, pensamientos, identidades y roles de cada menor, para así darles voz y voto en esta sociedad llena de pánico, en la cual enfrentar hechos desgarradores se ha vuelto ilógico.

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July Jeraldin Blanco

Comunicadora Social y Periodista

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