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El drama de la pasta base de cocaína. Parte I

Pasta Base de Cocaína / Flickr del Ministerio del Interior del Perú (Mininter)

Pasta Base de Cocaína / Flickr del Ministerio del Interior del Perú (Mininter)

Dicen que con el Perú pocas veces hay un término medio, se ama o se odia. En mi caso, suelo pasar de un extremo al otro varias veces al día y es algo que pienso bastante. Porque, ¿cuántas veces me habrán preguntado qué es lo que más y lo que menos me gusta de este país durante los años que vivo aquí? Miles. Hay muchas cosas del Perú que me encantan y algunas que nunca soportaré. Entre estas últimas, el tráfico y la inseguridad ciudadana son casi siempre las que más me molestan. Nunca me han robado en Perú -en España sí- pero he estado bastante cerca de vivir esa desagradable experiencia aquí en varias ocasiones. Siempre recordaré la primera de ellas, cuando un chico de poco más de 13 años me amenazó por dinero, sin poder articular muy bien lo que decía. Era, como dicen aquí, un “pastelero” y, aunque no le di nada, no se me olvidará lo joven que era y lo perjudicado que estaba  a su corta edad por culpa de la pasta básica de cocaína.

Aristas del consumo

 Y es que como «pasta básica», «pasta base», «pasta», «lata», «churri», “bucha”, «paco«, «tumba», «base» o «tubo”, se la conoce en Perú, Uruguay y Argentina. “Mono” o “angustia”, esta última por la sensación de desasosiego que produce tras la excitación inicial, le dicen en Chile. Mientras que en VenezuelaEcuadorColombia y España es “basuco”,  un versión abreviada para decir «base sucia de coca». Sea cual sea su apodo e independientemente del país en que se consuma,  la pasta básica de cocaína o pasta base de cocaína (PBC) es una sustancia tan adictiva como la cocaína, de la que proviene, y todavía más dañina. Además, el más triste de sus nombres es el de “droga de los pobres”, por su bajo coste y porque casi todos sus  consumidores pertenecen a las clases más desfavorecidas.

Algo que parece está cambiando,  sin embargo, porque un informe presentado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en 2013 ya alertaba del aumento del consumo en América Latina y de que este “ha dejado de estar segmentado en la población de estrato medio y bajo para empezar a enganchar a personas con alto nivel adquisitivo”. Asimismo, otra de sus particularidades es que muchos de los adictos probaron la PBC por primera vez sin siquiera alcanzar la mayoría de edad. Según la media elaborada por la agencia de la ONU, a los  13 años.

El problema ya no es solo de la clase social media y baja, afecta ya al estrato de alto poder adquisitivo

Fondo de olla

Pero, ¿qué es la pasta básica de cocaína? Por lo general, un polvo blanco amarillento y cremoso, compuesto principalmente por cocaína, que se mezcla con solventes como parafina, bencina, éter o ácido sulfúrico y que después se rebaja con productos tan variados como harina, azúcar en polvo, carbonato, benzocaína, cafeína, tiza o yeso. El hecho que la PBC contenga alcaloides y solventes, que son sustancias tóxicas, la hace mucho más peligrosa para el organismo. Algo que empeora debido a que la cocaína no está refinada todavía. Incluso se la suele llamar «fondo de olla», porque son los restos que quedan de la conversión de la pasta base de cocaína a clorhidrato de cocaína y es común confundirla con crack, aunque no son lo mismo. Igualmente perjudiciales, la pasta base está en el paso previo a la cocaína refinada, mientras que el crack se obtiene en un paso posterior.

De esta forma, uno de los titulares que dejó la mañana del lunes 23, y que son el pan de cada día en Perú, rezaba: “Policía antidrogas incauta 329 ketes de pasta básica de cocaína en Chincha”. Y es que, el consumo de pasta básica de cocaína es uno de los problemas que más preocupan a los expertos en adicciones y que está detrás de muchos de los pequeños hurtos con violencia que se comenten en las calles del país andino. Empero, las formas de consumir pasta, los daños –muchas veces irreversibles- que provoca, las difíciles condiciones de los adictos y el oscuro negocio que hay a su alrededor merecen un artículo aparte y así será. Porque es difícil entender los motivos que llevan a un chico de 13 años a balbucear amenazas que, por su mal estado, era incapaz de cumplir. Porque muchas veces lo que se odia, es precisamente una corrupción de lo que se ama.

Lea la segunda parte del artículo.

Lea también:

El alto poder adictivo de la pasta base de cocaína (Reportaje)

Proceso de elaboración de la pasta base de cocaína (Infografía)

La hija de la Pachamama o una vuelta de hoja a la coca (Artículo de curiosidad)

¿Cómo puedo saber si mi hijo consume cocaína? (Infografía)

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Neus Pastor Pastor

Casi siempre entre dos tierras. Encantada con idea de descubrir mundos nuevos, por lo tanto, amante de los viajes, los idiomas, la literatura, el cine, el teatro y la gastronomía. Actual base de operaciones: Lima, desde donde escribe sobre cultura, sociedad… y ahora,adicciones. Convencida de que descubrir un país relatando su actualidad y conversando con sus gentes, a través de entrevistas que se materializarán en textos, es un lujo reservado para periodistas. Licenciada en Periodismo por Universidad Miguel Hernández de Elche (España) y gracias, en parte, a la Wyższa Szkoła Filologiczna (Wroclaw, Polonia) y a la Universidad de Piura (Perú).

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