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Drogas y sectas: Cómo es abandonarlas

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Si un grupo sectario verbalizara sus intenciones diría algo como: “te separaré de tus seres queridos, robaré tu autonomía y controlaré tus hábitos, pero te haré creer que soy lo que necesitas para que nunca me abandones ”. El adepto no solo es incapaz de percatarse de las consecuencias de su problema, sino que las reinterpreta de forma positiva a causa de la manipulación psicológica a la que es sometido. ¿Por qué sino iba una persona a renunciar a su familia, intereses y autonomía a fines de vivir por y para un determinado grupo? El sectadependiente vive en una realidad creada por el grupo al que pertenece precisamente para garantizar su permanencia; para que no pueda escapar.

Los efectos de la drogadicción son mucho más visibles y palpables que los de la adicción sectaria, por lo que suele existir una mayor conciencia del problema en el primer caso. No obstante, la escasa motivación y el débil conocimiento sobre la magnitud real de la dependencia -en ambos- suponen aspectos fundamentales a la hora de comenzar a tratar la adicción. Generalmente, para “salir de la droga” o de una secta se requiere ayuda externa, así como una serie de circunstancias que logren hacer click en la motivación del adicto para combatir su problema: la pérdida de un trabajo, el deterioro de las relaciones familiares y sociales, problemas de salud, etc. Iniciado el proceso de recuperación es imprescindible que la persona rompa su rutina de consumo alejándose por completo del ambiente habitual que, hasta ahora, había facilitado y mantenido la dependencia; hablamos de una desintoxicación física. Esto no es nada fácil de conseguir en casos de sectarismo, porque ¿es ético/legal sacar a la fuerza a una persona de su entorno para ayudarle a salir del mismo? La respuesta es no.

Para poder cambiar a mejor se necesita un mínimo de “querer hacerlo”. En miembros de sectas, debido al abuso psicológico sufrido, esta opción es casi inexistente. Cuando el adepto se ve forzado a realizar actos inmorales, se cuestiona la doctrina del grupo o pone en la balanza las ganancias y pérdidas de su vinculación al mismo, se enfrenta a una serie de miedos (todos ellos infundados por la secta) que muchas veces logran mantener a la persona en un estado de bloqueo; sabe que no le gusta la realidad en la que vive, pero es incapaz de reaccionar. Por tanto, que estemos preparados para identificar la posible vinculación de un familiar o amigo con un grupo sectario es esencial de cara a su abordaje. 

Construyendo una nueva y mejor vida (de verdad)

A lo largo de la recuperación, ex-adeptos y ex-drogadictos suelen enfrentarse a ciertos problemas: síntomas depresivos, soledad, ansiedad y angustia, culpabilidad (por no haber actuado antes, por el daño causado), sentimientos de vacío, desgana, dificultades a la hora de tomar decisiones y confiar en sí mismos, etc. Deben hacer frente a tales alteraciones y tratar de recuperar antiguos vínculos/actividades que ayuden en su proceso. Las personas que acaban de abandonar una droga o secta sienten la necesidad de “dejarse ayudar”, se encuentran en una situación muy vulnerable, por lo que las fuentes de apoyo adecuadas son cruciales para el afrontamiento de los síntomas anteriores y la construcción de una nueva y saludable forma de vida. Recalco el concepto anterior porque en ocasiones la desesperación por salir de una situación dolorosa nos puede llevar a aceptar cualquier ayuda disponible sin cuestionarnos su idoneidad, simplemente la tomamos porque “está ahí” y la necesitamos (como es normal).

Numerosos grupos sectarios ofrecen ayuda a drogodependientes y prometen una salida rápida y eficaz a su situación a través de tratamientos dudosos. Las posibilidades de que ex-dependientes, a causa de su situación vulnerable, se “agarren a un clavo ardiendo” son especialmente elevadas y es misión de todos nosotros (profesionales, familiares, parejas, amigos, etc) impedir que eso ocurra.

Las probabilidades de recaer en la drogas o en una secta son muy altas cuando la ayuda (profesional o no) es inadecuada. En este sentido, es más fácil volver a las drogas que a una secta, simplemente porque conseguir una dosis de cualquier sustancia también lo es y el refuerzo que se consigue es inmediato. No obstante, si un ex-miembro que ha logrado desvincularse de un grupo sectario vuelve al mismo pasado un tiempo, las posibilidades de que consiga salir de nuevo son casi nulas.

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Ana Castaño

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