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Como prevenir problemas derivados del consumo de alcohol. Parte 2

Lea la primera parte del artículo sobre factores de protección.

FACTORES DE RIESGO

Factores personales

Hay numerosos factores personales que pueden hacernos más vulnerables para el abuso de drogas. No depende tanto de las sustancias, como de la relación que cada sujeto establezca con ellas.
Algunos de ellos, son:

  • La edad de inicio: cuanto más temprana sea la edad de contacto con la sustancia, existe un
    mayor riesgo de vulnerabilidad en la persona que la consume.
  • Percepción de riesgo: por lo general, cuanto menor es el riesgo que se percibe de consumir una
    sustancia, mayor probabilidad existe de que se consuma. Esta percepción está muy
    condicionada social y grupalmente. En el caso del alcohol, el hecho de que sea la sustancia que
    se percibe como menos peligrosa, indica un claro factor de riesgo.
Información y creencias erróneas asociadas al consumo de alcohol.
  • Ausencia de valores prosociales, y presencia de valores como el hedonismo o el “presentismo”, que implican la consideración exclusiva de las consecuencias inmediatas de los actos.
  • Pocas habilidades para tomar decisiones y solucionar problemas, lo cual favorece la práctica de conductas que buscan reforzadores inmediatos, como puede ser el consumo de alcohol.
  • Autoestima y autoconcepto inadecuados, que promuevan el consumo de alcohol como un medio para “atreverse” a hacer algo, para agradar a las demás personas o para desinhibirse ante alguien o ante algo.
  • Pocas habilidades de comunicación y resistencia a la presión de iguales: estas habilidades están muy relacionadas con la autoestima, el autoconcepto y con la capacidad de defender las ideas propias.
  • Poca capacidad de autonomía y autocontrol, referida a la capacidad de los y las jóvenes para regular su propio comportamiento.
  • Escasa competencia social, entendida como la habilidad para iniciar o mantener relaciones sociales
Factores microsociales:

Ámbito familiar: es nuestro primer entorno, donde se configura nuestra mente y nuestra personalidad. El modelo familiar y la actitud que los miembros de la familia tomen frente a las drogas, pueden constituir factores de riesgo en el posible inicio de consumo de sustancias. Algunos de estos factores de riesgo, son:

El pertenecer a una familia en la que existe permisividad hacia el consumo de alcohol y hasta se promueve. Baja supervisión y disciplina familiar que indican estilos educativos inadecuados: la falta de reconocimiento de logros de los hijos, una baja expectativa para ellos, la falta de límites en su comportamiento o la excesiva rigidez, o por el contrario el exceso de protección de los padres, contribuyen a generar y mantener los déficits y carencias personales, que el o la adolescente puede intentar compensar recurriendo al alcohol y a otras sustancias o si hay conflictos familiares, falta de comunicación o de responsabilidad por parte de las figuras paternas, es más fácil que puedan llegar a producirse consumos problemáticos.

  • Grupo de iguales: El grupo de amigas y amigos en la adolescencia o la pertenencia a un grupo
    ayuda a madurar y construir la propia identidad, pero a su vez, conlleva algunos factores de
    riesgo, como son:
  • La presión del grupo hacia el consumo y la dependencia excesiva de este.
  • Relación con amistades que consumen.
  • Rechazo por parte del grupo de iguales.

Ámbito escolar:
Bajo rendimiento académico y escasa integración escolar: se ha encontrado relación entre las bajas calificaciones, el absentismo, la baja implicación en actividades escolares y mayor consumo de drogas

Factores macrosociales

Los valores dominantes de la comunidad entrañan también importantes factores de riesgo, sobre todo a través de leyes y normas favorables al uso de las drogas y por la accesibilidad de las mismas, incluyendo alcohol y tabaco en el mercado.
Entre los factores macrosociales que favorecen el consumo de alcohol, están:

  • Disponibilidad y accesibilidad a las sustancias. En nuestro país el carácter de droga legal convierte al alcohol en un producto disponible de fácil acceso, por los múltiples establecimientos donde se puede adquirir, los amplios horarios de venta, el precio asequible de las bebidas y el escaso control de la venta a menores. Es una droga con aceptación social, por tanto institucionalizada y aprobada socialmente.
  • Publicidad y medios de comunicación. Constituye una importante fuente de presión social hacia el consumo, por los modelos sociales que manifiestan y que nos muestran una sociedad idealizada, en la que podemos aspirar a conseguir todo lo que deseemos.
  • Asociación del alcohol y otras sustancias con el ocio. El consumo juvenil de drogas se encuentra ligado al tiempo libre, los fines de semana, a ciertos lugares de oferta y a la búsqueda de nuevas sensaciones y experiencias. En concreto está muy normalizado el botellón, como una forma rápida, barata y accesible de pasarlo bien y socializar.
¿Qué podemos hacer desde la familia para prevenir?

La función educativa es, por tanto, inherente al rol de padres y madres. Tengamos o no la intención clara de educar, estamos haciéndolo por el mero hecho de ser padres. Nuestra manera de ser y actuar es un modelo de aprendizaje para nuestros hijos e hijas. Somos un espejo en el que se miran, que imitan y del que aprenden. Por tanto, si no nos implicamos en la educación, no dejamos de educar, sino que estamos haciéndolo deficientemente, y nuestras hijas e hijos aprenden con y de esas deficiencias. En la familia educamos afectiva y socialmente. Es en el hogar donde las personas, desde pequeñas, aprendemos:

  • A sentir y mostrar afectos.
  • A expresar y canalizar emociones.
  • A hablar y a escuchar.
  • A querer y ponerse en el lugar de la otra persona.
  • A compartir.
  • A asumir normas y responsabilidades.
  • A obtener premios y castigos.
  • Valores y actitudes.

Podemos distinguir diferentes estilos educativos, en base, por un lado, al control o a la imposición que ejercen los progenitores (alto o bajo) y, por otro, al afecto o apoyo que dan a los hijos y las hijas (alto o bajo). Así, podríamos diferenciar cuatro estilos principalmente:

Vamos a ver, a modo de resumen, unas pautas generales de actuación para prevenir los problemas derivados del consumo de alcohol:

  • Enseñar comportamientos y hábitos saludables, y actitudes favorables al propio cuidado y al de los demás.
  • Promover un clima familiar afectivo positivo, donde prevalezcan las actitudes de reconocimiento y respeto, una comunicación fluida y manifestaciones de cariño y afecto incondicional.
  • Establecer un sistema coherente de normas y límites, adaptados a la edad de nuestras hijas e hijos.
  • Fomentar los valores prosociales (participación, solidaridad, diálogo, paz,…), para favorecer la convivencia y las relaciones positivas con las demás personas.
  • Desarrollar actitudes críticas, enseñarles a asumir responsabilidades y practicar recursos de autocontrol, de manera que favorezcamos su autonomía, su seguridad y su confianza y puedan tomar decisiones de una manera más responsable.
  • Regular nuestro propio consumo (si lo tenemos), llevando a cabo un consumo responsable, moderado y respetuoso, o bien entender, de una vez por todas, que el consumo de alcohol es perjudicial en poca o mucha cantidad.

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Diego Calvo
Consejero en adicciones y teólogo -- www.quiero-puedo.com
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